martes, 11 de noviembre de 2008

MIRADA AL PASADO . A LOS MOLINOS DEL AGUA - AGUA QUE NO HAS DE BEBER DEJALA CORRER Y AGUA PASADA NO MUEVE MOLINO.

Molinos de agua

Uno de los molinos de agua de La Laguna, en el barrio de La Verdellada.


Por Melchor Padilla


El concejal del grupo socialista de La Laguna Yeray Rodríguez presentó el pasado 11 de septiembre una propuesta al pleno del Ayuntamiento sobre el estudio de la situación y posible rehabilitación de los antiguos molinos de agua sitos en el Barranco de la Carnicería.


Con esta propuesta dio a conocer a muchos laguneros la existencia de los restos de los dos molinos que se conservan en la margen derecha del mismo barranco, uno en el barrio del Timple y el otro en el de La Verdellada.


Sólo podemos contemplar hoy en día la obra de mamposteria del cubo de los dos molinos, que forman parte de un pasado tradicional asociado a la utilización del agua como fuerza motriz para la molienda de cereales, sobre todo para fabricar gofio.


Los molinos de agua, tan abundantes que dieron nombre a una calle de la ciudad, comenzaron a utilizarse en La Laguna desde su fundación.


Abreu Galindo afirmó en el siglo XVII que "tendrá la laguna un cuarto de legua en redondo, poco más; tiene el desaguadero (barranco) que va a la mar, en el cual muelen diez molinos y muelen cuando llueve, poco o mucho tiempo…"


Un molino estaba formado en primer lugar por el acueducto, canal o acequia que conducía el agua a los depósitos acumuladores o cubos.


Inicialmente eran de madera pero la escasez de ésta a partir del siglo XVIII hizo que se fabricaran de piedra y mortero de cal.


Con los mismos materiales se elaboraba también el cubo, que tenía por objeto servir de depósito acumulador.


Por diferencia de alturas entre la entrada y salida del agua, producía la potencia suficiente para mover las ruedas hidráulicas.


Por último, en el salón del molino se encontraba la máquina que mediante dos piedras, una fija y otra móvil, molía el grano.


El agua pasaba por varios molinos y proporcionaba la energía necesaria para triturar el trigo.

Luego seguía bajando y era aprovechada en los lavaderos y abrevaderos, para finalmente destinarse al riego.

Para conocer cómo eran estos molinos podemos trasladarnos a otros lugares de la isla en los que todavía permanecen algunos en mejor estado de conservación.


Aunque quedan ejemplos en Arafo y en Icod, es en Güímar y sobre todo en La Orotava donde podemos apreciar la complejidad de aquellas obras hechas para la molienda del alimento básico de la población canaria.



En Güímar el conjunto de molinos más importante se encuentra en el barrio de San Pedro de Arriba, en el lugar conocido como Chacaica (en la imagen de la derecha).


Allí hay tres -el de Arriba o Trasmuros, el Medio y el de Abajo-, cuyo cubo está formado por varios cilindros superpuestos y decrecientes en diámetro, fabricados en mampostería, con una forma semejante a un cono escalonado.


El Molino de Arriba sólo conserva el cubo por cuyo interior bajaba el agua, mientras que los otros dos molinos mantienen esta pieza y una parte de la canalización que conducía el agua hasta la misma, sostenida por una arquería de medio punto.


El Molino de Abajo muestra huellas de una reciente restauración por parte de su propietario.


Por debajo de éste se encuentra una fuente con cinco caños y unos lavaderos.


El agua proveniente de otro molino situado más arriba, el de La Menora, se canalizaba por una atarjea hasta el primer molino, donde movía las palas de la rueda.


A continuación salía hacia el segundo, en el que se repetía el proceso para acto seguido continuar hasta el tercer molino.


Luego, esa misma agua seguía hasta la fuente para su utilidad pública y a los lavaderos situados más abajo.


Por fin, unas tanquillas permitían a los cañeros distribuir el agua para riego.


Como puede apreciarse, se trataba de un uso muy racional de un bien que siempre ha sido muy escaso en las islas.


En La Orotava (a la izquierda, el interior de uno de sus molinos) caudales de Aguamansa, que se canalizaban a través de una acequia de madera que atravesaba el núcleo urbano de sur a norte para finalizar en aljibes que permitían el riego de las tierras situadas por debajo de la ciudad.


A lo largo de la misma se sucedieron hasta trece molinos de agua de los que, en la actualidad, sólo se conservan diez en mayor o menor grado de conservación.


De éstos sólo funcionan dos: el de Chano (conocido como Molino de Arriba) y La Máquina (conocido como Molino de Abajo).


Desde La Piedad hasta la casa de Lercaro se suceden uno tras otro siguiendo una línea imaginaria por la que en su momento discurría la acequia que cruzaba calles e incluso atravesaba casas.


También, como en Güímar, había abrevaderos para el ganado y lavaderos.


Los molinos de La Orotava dejaron de ser movidos por la fuerza hidraúlica desde los años sesenta del pasado siglo, pues el agua comenzó a distribuirse por cañerías y dejó de correr por las atarjeas.


Los molinos han llegado hasta nuestros días en bastante buen estado de conservación.


Pero como dice el profesor Manuel Hernández González en su interesante trabajo La evolución histórica de los molinos de agua de La Orotava, se ha hecho muy poco hasta la fecha para recuperarlos.


Pone además como ejemplo la actuación realizada en el municipio grancanario de Firgas, donde se ha restaurado completamente el molino allí existente y se ha puesto en funcionamiento de la manera tradicional.


Tanto en Güímar como en La Orotava o en La Laguna, los molinos de agua precisan de una actuación urgente que nos permita transmitirlos a las siguientes generaciones como parte de nuestro legado etnográfico y cultural.


En el mismo pleno de La Laguna que citábamos al principio de este artículo, se rechazó la propuesta porque la mayoría del gobierno municipal aseguró que ya está en ello.


Esperemos que sea verdad.



Galería de fotos

verdellada1.jpgverdellada2.jpgverdellada3.jpgTimple.jpgChacaica3a.jpgChacaica2.jpgChacaica1.jpgChacaica4.jpgOrotava1.jpgOrotava2.jpgOrotava3.jpgOrotava3a.jpgOrotava4.jpg

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