viernes, 10 de abril de 2009

MUJERES FLORERO

MUJERES FLORERO

Pepe González dibujaba a las mujeres maravillosamente, pulsando el resorte de nuestra libido o de nuestra imaginación más calenturienta con cada una de sus imágenes, y lo hacía sobre la base de modelos fotográficos. Fernández utilizaba modelos fotográficos o modelos en vivo, pero no lograba transmitir la misma sensación de naturalidad. Las figuras de Zora y sus chicas se mueven bellas pero no exentas de rigidez, andan más pendientes de la pose que del relato. A los chicos les pasa otro tanto, bien que lo disimulan con los uniformes (ellos no van por ahí desnudos). El diseño de naves, edificaciones y escenarios, cualesquiera de los paisajes, constituyen ejercicios plásticos absorbentes, impresionantes, en los que los personajes contrastan poderosamente. Empero, el autor no logra engarzar bellos dibujos con una historia atractiva o creíble o, al menos, llevada con buen ritmo.


Zora arranca bien, con los elementos de suspense cuidados hacia el final de cada entrega, y a cada página la sorpresa plástica es mayor. Pero la organización social de Colmena no acaba de resultar del todo verosímil, ese origen fundamentado en los movimientos radicales feministas no convence (y menos el factor desencadenante de la crisis: "manifestaciones de masas"), Por otro lado, al igual que Fernández tomó referencias descaradas de Stanley Kubrick para alguno de sus libros para AFHA o para la serie Círculos, aquí hace lo propio con Ridley Scott.


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El hombre y la mujer forman un solo cuerpo.

Es lógico pensar que un planteamiento sencillo, y su desarrollo consiguiente, como éste no despertara el interés de la crítica de su tiempo, anhelante de una obra de autor o con ideología comprometida con la lucha de clases o la consecución de libertades políticas y sociales. Acaso se vio en este trabajo algo de lo último, por entender el desnudismo en la obra como un apoyo más a la emancipación femenina, cuando la moraleja final es la de que la mujer es incompleta sin la presencia del hombre. A su favor cabe decir que Fernández no se plantea en realidad otra cosa que contar una historia básica dirigida a un público concreto, el de los jóvenes con hormonas en ebullición (los ’adultos’ que querían por público los editores) y, en ese sentido, funciona perfectamente.


La caracterización de las diferentes mujeres pierde importancia ante el hecho de que lo relevante aquí es admirar sus bellos cuerpos. La mezcla de acuarelas u óleos con viñetas dejadas en gris o resueltas con un entintado en negro muy expresivo atrae pese a que no quede claro su valor narrativo. Y los textos, recargados, hasta la pedantería en ocasiones, reformulaban el concepto de folletín y parecía querer sugerir una suerte de poesía fantástica que no sabemos si llegó a comprender algún lector inteligente (o a enojarle, tras percatarse de que los villanos juran “por Acratón” en una España joven que se desea ácrata).


El mayor defecto de la obra es el de la sobrenarración, esa necesidad de incorporar textos explicativos que estorban como el que se sitúa al pie de una viñeta en la que una nave asciende majestuosa ganando velocidad mientras se aleja del planeta: "Majestuosa, la Génesis II ascendía ganando velocidad... alejándose de la vieja tierra...". Otros textos intentan explicar emociones o sensaciones más allá de lo que sugiere la imagen generando cierta sensación de sopor metafísico:


Pág. 75 de la obra dibujada. Dice el texto: "Por primera vez una opresión espasmódica le convulsiona el pecho, y un nudo doloroso atenaza su garganta. Costosamente, después, emite unos sollozos entrecortados. Luego la respiración se normaliza y ZORA, extenuada por la tensión, cae en un relajante sopor" [en la imagen, Zora, en pose relajada pero con la cabeza hacia atrás: ¡HA, HA, HA... HIEEE, EH, EH, SOW...!"]


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Un texto sobrecargado que no comulga con la imagen.

Y lo que ya no se comprende es que Zora se convierta en madre /viuda soltera que prefiere salir pitando hacia el espacio profundo para parir allí, sola.


Eso sí, cada página es un prodigio de composición orgánica, efusiva, colorista y que a nadie deja indiferente. La belleza de las muchachas calvas engarzando viñetas, las majestuosas naves espaciales cruzando las dobles páginas, los estallidos de color que aceleran el ritmo, los homenajes a Gaudí y a otros grandes pintores, alguna elipsis afortunada, y unas páginas finales bellísimas en su composición y resolución.


Por fortuna España avanzó hacia un modelo social abierto, respetuoso con la individualidad www.tebeosfera.comretratada en esta obra pero al mismo tiempo protector de los derechos de todos. También, por fortuna, la historieta avanzó por derroteros gráficos tan grandiosos como éste pero también con interés por bucear en historias de mayor enjundia y guionizadas con esmero. Con interés por narrar.


Fernández se superaría con su adaptación Drácula, gráficamente más coherente con el relato que contaba. Y Zora y los hibernautas ha quedado para la posteridad como una serie representativa de la historieta que se nos quiso vender en aquellos incipientes años ochenta, como la quintaesencia de un medio cuya meta era ser Arte. Hoy la recordamos con ese valor añadido: representó unas fórmulas novedosas, sorprendentes y emocionantes, que consiguieron vender tebeos y que hoy todavía resulta un producto admirable gráficamente, de los de acariciar el papel a cada pasada de la mirada…


Fuente: tbeoesferas

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