En 1955 tres fotoreporteros holandeses (se aburrían, claro) urdieron un concurso internacional para hacerse eco y echar un ojo al trabajo de sus colegas de allende los tulipanes. Consiguieron convocar a 42 fotógrafos de once países que presentaron un total de 301 imágenes. Ganó el habilidoso danés Mogens von Haven con una foto cuadrada en la que se ve una curva arenosa mil veces surcada, una moto salvaje que huye libre al fin de su piloto y un par de piernas haciendo el spagat. Un magnífico ejemplo de ese raro género que es la fotografía de accidentes deportivos. Un magnífico ejemplo de la falta de sustancia. Una mala manera de empezar con un concurso que ya al año siguiente conseguiría enderezarse y centrarse en lo que es la raíz misma del reporterismo: las grandes tragedias con que la historia ha ido zarandeando al ser humano.
Parece un país en guerra, pero no lo es: el detective Robert Kole se asegura de que los antiguos residentes de una casa embargada por el banco han hecho efectivo el desahucio y se han largado. Es la ganadora del último World Press Photo.
Y si en 1956 ganó una foto que hablaba del drama del retorno de los prisioneros de guerra, el resto de los años se han ido turnando todas las desgracias que podamos imaginar: terremotos, guerras, hambrunas, atracos, tsunamis, masacres, asesinatos, infanticidios, racismo, pandemias y golpes de Estado. Cojan aire. Respiren hondo y atrévanse a echar un vistazo. Descubrirán que conocen mucho más de los World Press Photo de lo que se imaginaban: los tanques de Tiananmen, la ejecución en plena calle de un miembro del Viet Cong, la niña que corre abrasada por el napalm, los machetazos de Ruanda y nuestro glorioso "Quieto todo el mundo —se sienten, ¡coño!—".
Este pasado año la gloria le ha correspondido al estadounidense Anthony Suau, por una foto aparecida en Time que muestra al detective Robert Kole que, a mandoble de pistola, se asegura de que los antiguos residentes de una casa embargada por el banco han hecho efectivo el desahucio y se han largado.
Gloriosa la explicación de la presidenta del jurado, Mary Anne Golon: "La imagen representa el tema más importante hoy en día, que son los golpes de la economía a escala mundial". "La mayoría de los miembros del jurado consideraron la fotografía 'aterradora', porque parece la instantánea de un país en guerra, aunque en realidad se trata de la casa de alguien que simplemente no ha podido hacer frente a sus facturas".
El tal Suau es reincidente, ya que en 1987 ganó este mismo galardón con una fotografía tomada durante una manifestación en Corea del Sur. Y es que el WPP es así de fácil de ganar. No hay que hacer más que la mejor foto sobre el tema más terrible, candente, repulsivo o heroico que esté copando los telediarios. Si al descargar la tarjeta de su cámara en el ordenador siente que se encuentra ante un icono, un arquetipo o una radiografía, sepa que ya tiene medio premio en el bolsillo. Para asegurarse el otro medio rece para que no haya estado allí ningún fotógrafo americano.
Aunque, en esta edición, los que merecerían los laureles del WPP son los miembros del jurado que entre trece han tenido que verse 96.268 imágenes de 5.508 fotógrafos de 124 países.
Si quiere profundizar en la mala salud ética del planeta y en la lozana salud del moribundo fotoperiodismo, aparte de fisgar por todos los rincones de worldpressphoto.org, recomiendo encarecidamente el librazo 'Las cosas tal como son', editado en español por Blume, escrito por Mary Panzer y con un epílogo magistral de Christian Caujolle. Se van a encontrar la historia y el análisis de cómo se han usado las fotografías y los reportajes en los medios impresos. Un repaso por los métodos, los descubrimientos y la creación del lenguaje foto-texto, que se ha ido inventando según se ha ido escribiendo. Y una muestra de cómo fueron editados los reportajes que más tarde ganarían el WPP. Un paseo por la vomitiva fotogenia de nuestras peores pesadillas.
Fuente: St
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