miércoles, 14 de enero de 2009

NO PEIRDAS TU REPUTACIÓN EN COMIDAS DE NEGOCIOS

No pierdas

la reputación

en una comida

de negocios



  • Entre los directivos se ha vuelto una obscenidad una comida de lujo
  • 'Vuelve la jarra de agua después de 20 años', constata el cocinero Abraham García
  • La Broche lanza un menú anticrisis


Por PILAR PORTERO (SOITU.ES)
Actualizado 14-01-2009 09:36 CET

Los altos ejecutivos se han puesto a dieta, a dieta de comida de negocios. Probamos en dos restaurantes, uno de Madrid y otro de Barcelona, en los que había que reservar con antelación.

Una escena de 'La cena de los idiotas'


Sant Celoni, el elegante espacio decorado por el recurrente entre la 'gente bien' Pascua Ortega, que el estrellado chef Santi Santamaría abrió al abrigo del Hotel Hesperia en Madrid, disponía de sitio libre para seis comensales llamando a las 13 horas del mediodía de este lunes. Al otro lado del teléfono ni tan siquiera se han molestado en escenificar el típico "un momento, vamos a consultar si podemos hacerle un hueco". La respuesta ha sido inmediata: "Sí, claro. ¿A qué hora, por favor?". La misma contestación que una hora después, a las 14 horas, recibíamos de Ca l' Isidre en Barcelona, un tradicional templo en el que los negocios saltaban de plato en plato y donde la cuenta acumulaba tantos ceros como permitía la incesante demanda.


En Sant Celoni, el menú oscila entre los 130 y los 170 euros, una cifra que se ha convertido en obscena dada la actual coyuntura económica. Una noche del pasado diciembre, Rafael Ansón y sus tres acompañantes, a los que hay que sumar dos mesas más, se encontraban a sus anchas en una sala espaciosa ya para los 50 comensales que tienen cabida. "Existe una tendencia natural a huir de esos sitios. Además, resulta improcedente y ordinario el exceso. A mí nadie me ha dicho en 30 años que gastase menos en las comidas de trabajo, pero es de cajón que ahora hay que limitar los gastos. Hay facturas que resultan un atraco", explica un alto cargo de la empresa privada para el que este tipo de almuerzos forma parte esencial de su trabajo.


"A mí nadie me ha dicho en 30 años que gastase menos en las comidas de trabajo, pero ahora es de cajón", explica un directivo de empresa.


Ángel Palacios, el experimentado cocinero que tomó las riendas de La Broche, al independizarse Sergi Arola a principios de 2008, lo ha tenido muy claro. Hay que adaptarse a la situación rápidamente. Un menú ejecutivo a 60 euros pudiendo elegir cualquier plato de la carta resulta una propuesta inteligente y difícil de rechazar. Ángel no tiene problemas en admitir la realidad: "Hemos notado una bajada en las comidas de negocios. Ya casi nadie bebe vino, sólo por copas, o si piden una botella, siempre por debajo de los 60 euros. El postre está desterrado y las copas de sobremesa, también".


El veterano Abraham García, alma máter de Viridiana, restaurante en el que políticos, actores internacionales y conocidos directivos disfrutan de sus viandas, corrobora el panorama que esboza Palacios con ironía. "La jarra de agua ha vuelto después de 20 años. Está de moda. Las comidas de negocios han sufrido un corte radical. Seguimos teniendo el restaurante lleno, pero los clientes han reducido el gasto una media de un 30%. Con la coartada de que multan por exceso de alcoholemia y de que están a régimen, ni beben vino ni toman postre. Yo tengo 30 empleados, los productos son de primera calidad y no tengo margen para bajar los precios".


Un asunto de imagen pública



Las comidas de negocios se han convertido en un asunto de imagen. Confesar que la empresa marcha viento en popa y exhibir una tarjeta de crédito de fondos ilimitados se ha convertido en un pecado capital. Hasta los abogados laboralistas se ven obligados a rebajar su perfil y esconder, de cara a la galería, los beneficios que les está reportando la crisis. Una de las muestras más evidentes de poderío económico pasaba hasta hace nada por un mantel inmaculado, una vajilla de fina porcelana y una sofisticada y prohibitiva comida. "A los constructores, que habían proliferado como la espuma, les producía un placer especial pedir la botella más cara de la carta para acto seguido, y tras haberlo catado, devolver el vino alegando que estaba picado", cuenta un arquitecto acostumbrado a la idiosincrasia del especulador de suelo medio.


"La jarra de agua ha vuelto después de 20 años. Está de moda", comenta con humor Abraham García.


Sin embargo, ahora los clientes y los colegas rechazan el derroche innecesario. "El negocio sigue existiendo, hay dinero, pero el recorte de gastos se ha convertido en un tema de reputación. Está mal visto invitar a un restaurante de superlujo o a la final de la Champions. El negocio de verdad se realiza en reuniones en el despacho o en la oficina. La comida constituye el último acto tras cerrar el acuerdo. Por eso están desapareciendo. De hecho en Milán, en París, en Nueva York o en cualquier otra ciudad del mundo no existe este concepto de comida de negocios", explica Luis Riesgo, socio director del despacho de abogados internacional Jones Day .


Los proveedores de los grandes restaurantes también constatan esa tendencia a la baja. Lógico. Si los directivos buscan aparentar moderación huyendo del lujo y las mesas quedan libres a mediodía, la demanda de producto se resiente. Luis Pacheco, fundador de Gold Gourmet, más conocido como 'el conseguidor' por su capacidad para abastecer a sus clientes de los productos más difíciles de encontrar ha notado que "encargan los mismos productos con la exigencia de calidad que nos distingue, pero ha descendido el volumen. También hay una tendencia a recuperar la naturalidad, la cocina sin artificio y la fruta y la verdura están en alza". Los polleros más famosos de España, 'Hermanos Gómez', también saben que los recortes ya están aquí. "Todavía no nos está afectando, pero habrá que ver cómo evoluciona el año. Es innegable que los restaurantes de más nivel están acusando la crisis".


Queridos directivos que estén leyendo este artículo: preparen la tartera si de lo que se trata es de cerrar con éxito un lucrativo negocio.

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