LONDRES.- El primer suburbano del mundo partió de Londres hace ya 145 años. Nos adentramos en sus calles subterráneas para buscar alguna de sus 40 estaciones fantasma, escuchar sus curiosos mensajes de megafonía o leer una de sus poesías.
El metro de la capital inglesa es el sistema de transporte subterráneo más antiguo del mundo. Su historia se remonta a enero de 1863, cuando un pequeño tren a vapor comenzó a recorrer los seis kilómetros que separaban Paddington de St. Baker. Hoy 'The Tube' es gestionado por 'Transport for London (TfL)' y cuenta con 275 estaciones de servicio y 12 líneas diferentes.
El suburbano londinense es normalmente utilizado por 3,5 millones de personas al día, una cifra que superó el 7 de diciembre del año pasado cuando en un solo día, los vagones llegaron a transportar a 4,17 millones de pasajeros. Una de las peculiaridades que podemos encontrar en sus 408 kilómetros de vía, es que en este mundo subterráneo no sólo circulan pasajeros, sino también miles de historias que relatan misteriosos episodios, muchos de ellos incluso fantasmagóricos.
Estos últimos se desarrollan en las 40 estaciones abandonadas repartidas bajo tierra por toda la capital. Si uno mira bien por la ventanilla podrá encontrar una en la línea Central entre las estaciones de Tottengham Court Road y Holborn que cerró en 1933; otra en la línea Piccadilly entre Green Park y Hyde Park Corner, o una más en esta misma línea, entre Knightsbridge y South Kensington. Todas fueron cerradas en los años 30 y se las conoce como "Ghost—Stations". Muchos piensan que es allí donde residen los fantasmas de las personas que entran y nunca llegan a salir a la luz del día. Según cuenta la leyenda, el número de viajeros que registran las cámaras de seguridad cada día nunca coincide con el número de pasajeros que salen de nuevo a la calle. ¿Dónde se queda el resto?
Esperemos que no se cuelen entre el espacio que hay entre el vagón y el andén. Escrito en el suelo o anunciado por megafonía, la mítica frase "Mind the gap" (cuidado con el hueco) advierte del peligro de caer a las vías. En 1969, la expresión fue introducida con un mensaje grabado y este año se ha hecho si cabe aún más famosa por un pequeño problema protagonizado por su popular locutora. Con el mismo tono de voz que utilizaba para las advertencias, Emma Clarke grabó otros anuncios bien distintos y los colgó en su web. "¿Podría el pasajero de la camisa roja, el que finge leer un periódico pero que en realidad está mirando el pecho de esa mujer, dejar de hacerlo? No estás engañando a nadie, pervertido". Decía uno. Entre chiste y chiste, Clarke también se metía con el mal funcionamiento del suburbano, algo que nos les hizo ni pizca de gracia a los responsables que terminaron por despedirla después de ocho años trabajando en el metro.
Y es que, pese a los ratones que corretean por las estaciones, la pulcritud británica llega a todos los rincones. Incluso los anuncios publicitarios se miran con lupa y en ocasiones se ordena quitarlos por no respetar "el orden". Esto es lo que ocurrió este año con un cartel que anunciaba la exposición de Lucas Cranach en la 'Royal Academy of Arts'. Se trataba de "Venus", una mujer de mirada sensual tapada por una gasa transparente. Su retirada causó un gran revuelo. Los pasajeros pueden pasar cada día por fotografías de mujeres de largas piernas que anuncian el musical "Chicago", detenerse durante minutos de espera del vagón ante el estimulante escote de la nueva película de Scarlett Johansson, imaginarse el sabor de un café por los gestos sexuales que muestra de manera explícita el anuncio de la Fashion Week, pero parece que no están preparados para contemplar una obra de arte de 1532. En pleno siglo XXI, la imagen fue censurada por poder "herir determinadas sensibilidades".
Dejando a un lado episodios de este tipo, el arte suele estar muy presente en el suburbano londinense. Para empezar, el plano de las estaciones siempre lleva una obra de algún artista británico. En octubre y con motivo del centenario del símbolo del metro, se presentó una exposición con las 100 piezas que han plasmado el folleto a lo largo de estos últimos años.
Aparte de la pintura y los artistas que ocupan cada una de las esquinas —se hacen castings anuales para autorizar las actuaciones—, la poesía en este subterráneo también es otro clásico. Desde 1986, el también conocido como "Tube" —por la forma de sus túneles—, puso en marcha un programa creado por el escritor norteamericano Judith Chernaik, cuyo objetivo era llevar la poesía al público. Los pasajeros quedan encantados con los versos que pueden leer de Anon, William Blake o Roberts Burns. La mejor señal de que la iniciativa gusta es que el libro "Poemas del metro" ya va por la novena edición.
Dibujos del símbolo del metro de Londres expuestos en el centenario de este icono.
Desde julio de 2005 también se pueden leer otro tipo de poemas en la estación de Stockwell. Se trata de autores anónimos, la mayoría de ellos latinoamericanos. Los versos van dirigidos a Charles De Menezes, el brasileño al que Scotland Yard mató con siete disparos al confundirlo con un terrorista suicida responsable del fallido atentado que tuvo lugar en Londres aquel verano. A la salida de la estación, los ciudadanos han alzado un auténtico altar con fotos y frases de apoyo a los familiares. En las estaciones de Kings Cross St. Pancras, Edgware Road y Russell Square también existen recuerdos en memoria de las 56 víctimas mortales de los atentados del 7-J.
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