[*ElPaso}--
De la juventud y carácter
de mi hermano Raúl
(Corregido)
Nota.- Reedito este artículo, publicado inicialmente el 30 de marzo de 2007, para incluir la corrección que he puesto al final, y que ha llegado más de 60 años después del hecho al que se refiere.
Carlos M. Padrón
Cuando yo tenía 17 años hacía pasar por mía alguna foto que Raúl se había tomado cuando tuvo también 17. Nuestro parecido iba más allá, sin embargo él era muy popular (carismático), extrovertido, sociable, exclusivista y un tanto hedonista, pero yo —pareciéndome más en esto a Tomás, mi otro hermano— poco tengo de popular, y soy más bien introvertido, poco dado a alternar en sociedad, más bien estoico, y antes que una boutique prefiero JCPenny. Raúl amaba el mar, que yo detesto, y yo amo la montaña, que él detestaba; y tanto la detestaba que si por algún motivo la noche le sorprendía estando en montaña, se deprimía. Él gustaba de las flores, y yo, al igual que mi hermano Tomás, de los animales; las flores sólo me gustan si no me estorban.
Fueron notables las dotes que en su juventud exhibió Raúl para la música y el dibujo. Lo de la música se debió tal vez a la proximidad, familiar y física, con tío Pedro Castillo, pues su casa y la nuestra (la casa en la que Raúl vivió desde los 7 a los 21 años, y la misma en la que nací y viví hasta los 18) estaban una al lado de la otra, formando ángulo recto. Esa proximidad facilitó el que recibiera del tío Pedro clases de música.
Como músico, Raúl fue por años el trompeta titular de la Orquesta Power, la única que había en el pueblo de El Paso, y formando parte de ella puede vérsele en esta foto que fue tomada, según creo, en 1945:
De izquierda a derecha.
Fila delantera: 1) José Salazar, 2) José Agustín Toledo (Cheo Ventura), 3) Raúl Padrón, 4) Antonio Afonso (Antonio Canón), y 5) Eliseo Calero.
Fila trasera: 1) Ismael de Paz, 2) [No sé quién es. ¿Sabe alguien?], y 3) Vicente González (Berto el de la botica).
Y como trompeta de la Orquesta Power visitó muchas veces varios pueblos de la isla en los que esa orquesta había sido contratada para amenizar bailes, verbenas y fiesta populares. De ahí que media isla lo conociera, y que cuando tiempo después me veían a mí, que soy 14 años menor que Raúl, me decían: ”Tú eres familia de Raúl Padrón”.
Como dibujante “a mano alzada” hizo varios retratos/dibujos de los cuales sólo han llegado a mí tres, a saber:
1) Tío Pedro, el mencionado más arriba, tocando el cornetín.
Esto le granjeó a Raúl las iras del tío Pedro que no le vio la gracia al dibujito.
2) Éste, de Pilar Primo de Rivera,…. según creo recordar.
que hizo Raúl en una especie de concurso celebrado en un campamento del Frente de Juventudes, al que asistió medio obligado; un episodio que no le gustaba mucho recordar.
3) Su “opera prima”, por la que aún es recordado, que se la inspiró una carrera de caballos, deporte hacia el que siempre hubo, y hay, en La Palma mucha afición, y que suele ser el plato fuerte de las fiestas patronales. Estas carreras eran, y siguen siendo, sólo entre dos bestias (caballares o mulares), de ahí que me sorprendiera mucho ver en el cine, donde la vi por primera vez, una carrera entre varios caballos.
En la isla de La Palma, esas carreras eran de fondo, o sea, de largo recorrido y por caminos muy cuesta arriba las más de las veces, y los jinetes tenían que saber dosificar las energías de su cabalgadura. Para ello, y durante algunas semanas antes de la carrera, las corrían —entrenaban— dos o tres días cada semana por la misma vía por la que transcurriría la carrera oficial, y muchos vecinos salían a presenciar esos entrenamientos, a medir el largo de las zancadas del animal, cronometrar los tiempos que hacía entre un punto y otro, si el jinete lo llevaba o no frenado, etc.
Es el caso que en la primera mitad de los años 40 había en Los llanos de Aridane un caballo de nombre El Rancho Grande que estaba invicto en toda la Isla, y su jinete oficial era conocido por el apodo de El Cambao —tal vez porque por un defecto físico andaba como la Torre de Pisa— y, como casi todos los jinetes, era pequeño de estatura.
Para una fiesta a celebrarse en La Breña o en Mazo —no he conseguido averiguar con certeza en cuál de los dos, pero ambos pueblos están al Este de la Isla— se había pactado una carrera entre El Rancho Grande y otro caballo que, hasta donde sé, no tenía nombre propio.
El día de la carrera, cuya meta estaba en la Montaña de La Breña, la expectación fue total, pero casi a la mitad del trayecto y cuando El Rancho Grande iba punteando, en una extraña contorsión que hizo botó a El Cambao y, para asombro de todos, siguió corriendo sin jinete y mirando a ratos hacia atrás como para percatarse de cuán cerca le seguía su contendor que sufría fuerte castigo de su jinete ya que para éste era vergonzoso que no pudiera ganarle a un caballo que corría solo y, teóricamente, fuera de control.
Pero lo de “teóricamente” se quedó en eso, y no pasó a reales porque El Rancho Grande siguió corriendo por su cuenta, sin desviarse ni distraerse, todo el trayecto que le faltaba hasta la meta; traspasó ésta antes que su rival, ganando así la carrera, y sólo entonces se detuvo. Fue algo como una demostración de que perder, con o sin jinete, no era para El Rancho Grande una opción aceptable.
Las discusiones acerca de si esa victoria había sido válida o no fueron por meses el tema número uno en los bares y otros lugares públicos de media Isla, y mi hermano Raúl, inspirado sólo en lo que al respecto escuchaba de unos y otros —pues él no había presenciado la anecdótica y controversial carrera—, y a falta de testimonios gráficos (no creo exagerado afirmar que entonces no eran muchos los que en La Palma tenían cámaras fotográficas) hizo —a mano alzada, como siempre— el dibujo que sigue, que refleja con bastante exactitud el principal y anecdótico incidente de la carrera en cuestión: a todo galope, El Rancho Grande, sin jinete y sueltas sus riendas, mira hacía atrás como calculando la distancia que le separa de su competidor, que recibe castigo de su montura para que corra más rápido.
Como tampoco había entonces fotocopiadoras, todos pedían ver el dibujo de marras, y un día Mediometro, el único fotógrafo de El Paso, a quien ya mencioné en Por qué vine a Venezuela tuvo la viveza de pedirle prestado el dibujo a Raúl, y éste tuvo la falta de viveza de prestárselo sin ponerle condiciones. Mediometro fotografió el dibujo, hizo cientos de copias de la foto resultante, y las vendió a buen precio por toda la Isla,… sin darle a Raúl ni un céntimo de la ganancia así obtenida.
Un par de veces, hace muchos años y después de que Raúl había emigrado ya a América, algunos vecinos del pueblo me mostraron la foto del dibujo, todavía popular, de la famosa carrera, pero nunca había visto yo el original, hasta ahora que, a la muerte de mi hermano, me fue obsequiado, y es el que reproduzco hoy aquí. El tiempo y los dobleces han hecho estragos en él, pero aún se ve bastante bien.
***
Una de las canciones preferidas de Raúl era “My way” (A mi manera), en la voz de Frank Sinatra. La escuchaba con deleite una y otra vez aunque no entendía al detalle la letra pero sí su sentido.
Un día de lulio de 2005 recibí un PPS con la música y la letra original de “My way” cantada por Frank Sinatra. De la letra hice la traducción menos literal que pude, la intercalé en el PPS con la letra en ingles (la original), y un día que Raúl vino a mi casa lo senté frente a mi PC y mientras absorto escuchaba a Sinatra cantando “My way” iba leyendo en el monitor la traducción al español que yo había hecho para él.
Cuando terminó el PPS se levantó, y con lágrimas en los ojos y una gran determinación en su voz, quebrada por la emoción, me dijo: “Sí señor, ¡a mi manera!”.
(Para escuchar la canción y ver la letra, clicar en el título precedente o AQUÍ).
Y a su manera vivió mi hermano Raúl hasta que al final del camino enfrentó la ‘bajada del telón’ que menciona esta canción que hoy. al cumplirse tres meses de su muerte, he escuchado una vez más como un tributo póstumo a su memoria, deseando, más que esperando, que dondequiera que esté, esté en paz y no tenga nada de que arrepentirse por haberlo hecho,… a su manera.
***
Tal parece que lo que aquí relaté acerca de la carrera que dio pie al dibujo de mi hermano es lo que ahora llaman una “leyenda urbana”, pues mi primo Pedro Bravo Padrón, coetáneo de mi hermano Raúl y persona que me merece total crédito, leyó la versión original de este artículo, y con fecha 20/11/2008 me contó lo siguiente:
Carlos, la carrera fue entre un mulo y el caballo Rancho Grande. La presencié personalmente, y puedo atestiguar que comenzó en Bajamar (después de la salida del túnel en dirección Santa Cruz de La Palma → Las Breñas), y se desarrolló por la carretera hasta la montaña de La Breña, pasando por San Antonio de Breña Baja hasta llegar a la confluencia de la carretera que viene de San Pedro (Breña Alta).
Yo, que sólo presencié la llegada, estaba situado como a doscientos metros de la meta y vi que el mulo sí llegó, pero el caballo no apareció.
El jinete del mulo era Pedro Batista, compañero mío de primero y segundo año de Bachillerato, e hijo del dueño del mulo, quien era también dueño de un negocio que estaba justo en la unión de las carreteras de las dos Breñas.
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