Para Mitu Roy, de 40 años, las dificultades de vivir en la calle se aligeran gracias a las risas de sus tres hijos. Su esposo no gana lo suficiente como conductor de rickshaw para enviar a sus hijos a la escuela, así que terminarán realizando mano de obra no especializada, justo como su padre.
Fuera de un templo y con todas sus pertenencias colgando al aire libre, Pankaj Pasman, acostado con su hijo en la banqueta. Su familia se mudó de Bihar a una zona vacía de Kolkata durante los años 60s y construyó chozas para vivir en ellas. Cuando fueron desalojados para dar paso a la urbanización hicieron de la calle su hogar.
Al centro de su dera, Mohammed Razzak lava su muda extra de ropa en una simple cubeta. El alojamiento de los conductores de rickshaw es primitivo, sin comodidades modernas o privacidad, pero al menos les ofrece un lugar seguro para dormir y ocultar sus pertenencias.
Los rickshaws entregan todo tipo de mercancías a los hoteles, tiendas y casas por toda la ciudad: pollos vivos, bananos maduros, víveres para alimentar a 500 invitados ¿Qué harán sus clientes cuando se les obligue a dejar de circular?
Durante el festival Durga Puja, uno de los festivales hindúes más grandes del año, la gente tiene que llamar a un rickshaw o caminar para llegar hasta algunos barrios. Por cinco noches, miles de personas se apiñan en las calles angostas para visitar especialmente los santuarios construidos, obstruyendo por completo el tránsito común.
Una expedición para ir de compras con frecuencia comienza con un viaje en rickshaw a través de las agitadas calles del centro de la ciudad de Kolkata. Tal como estas dos mujeres vestidas de rosa, la mayoría de los pasajeros pertenecen a la clase media –los pobres no pueden pagar las tarifas y los ricos tienen medios más lujosos para transportarse.
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