El pasado viernes se inauguró la exposición "Gráfica, Gráfica", dentro del programa de la Bienal Iberoamericana de diseño que se celebra en Madrid estos días, organizada por la Asociación de Diseñadores Madrileños DIMAD. Presenta los trabajos de Daniel Gil, quien fuera portadista de Alianza Editorial y el máximo referente en su género en España e Iberoamérica, y los carteles del diseñador e ilustrador mexicano Alejandro Magallanes. Las portadas de Daniel Gil pertenecen ya a la memoria visual común de tres generaciones de españoles. Dos años antes de morir renunció públicamente a una mención honorífica en el Premio Nacional de Diseño, un galardón que incomprensiblemente nunca llegó a dársele.
Mezquinos y cicateros, no puede calificarse de otro modo. Ayer nos acercamos a la inauguración de la exposición de Daniel Gil y el mexicano Alejandro Magallanes, en la Galería Roberto Resino (Almadén, 12. Madrid), y dentro de la Bienal Matritenseamericana de Diseño, como se la empieza a llamar en algún foro. Alguien que estaba con nosotros comentó: «Si Daniel estuviera aquí, nos echaba a todos a bastonazos».
Daniel Gil era muy crítico y exquisito con su trabajo. Como cualquier artista tenía su ego, pero lo administraba sabiamente. No le entusiasmaba figurar y era exigente con la utilización de su trabajo. No se hicieron muchas exposiciones de sus piezas mientras estaba vivo. Se calcula que realizó casi cuatro mil cubiertas para las colecciones de Alianza, y casi un millar de ellas pueden disfrutarse en la recopilación que existe en flickr.
La exposición está en una sala de apenas cincuenta metros cuadrados, con tres paredes útiles, y una cuarta de fachada. Poco para un autor, mucho menos para dos. Ignoramos con qué criterio en un espacio tan reducido se pretende que convivan los trabajos de dos autores sin que pueda relacionarse, compararse ni contrastarse lo que hacen. Las piezas de Daniel están a tamaño, esto es, el del libro de bolsillo, presentadas en unos paspartús roídos y amarillentos, sin enmarcar. Se hace difícil imaginar una presentación más denigrante.
Compiten con los carteles de Alejandro, magníficos por cierto, dignamente enmarcados. También están a tamaño, esto es, 50x70, 70x100 centímetros… Son viscerales en el color, en el trazo y en los conceptos. Ni haciéndolo a mala idea hubieran encontrado un material que eclipsara tanto el trabajo de Daniel, mucho más sutil.
Hubiera estado bien una exposición digna, ni siquiera hubiera hecho falta un despliegue enorme: un espacio suficiente, una enmarcación mínimamente correcta, y sobretodo, sin zancadillas. Poner a uno de los grandes maestros de nuestro diseño de telonero es un insulto a la inteligencia. Y es indecente. En los discursos, oír a Manuel Estrada, director de la Bienal, agradeciendo su generosidad a Magallanes al ceder espacio a la obra de Daniel ha sido patético e indignante. ¡Pero si no se ha visto en otra así!. Porque se pongan como se pongan, Daniel es el cabeza de cartel, y el que atraerá publico. Otra cosa es que la puesta en escena parece estudiada para trocar las tornas. Sus motivos tendrán. Mezquinos y cicateros.
Cualquier escuela, cualquier grupo de alumnos hubiera hecho más para una exposición de este maestro. Ellos han tenido el dinero y las subvenciones, les ha faltado el criterio. Sospecho que ayer se gastó más en el catering -¡cómo les gusta el canapeo!- que en el montaje expositivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario