"Si eres legal, eres legal". Tamaña audacia, destinada a pasar a la historia de la redacción publicitaria, encabeza la nueva campaña del Sindicato Contra el Acceso a la Cultura, al que algunos llaman Ministerio de Cultura. Y lo malo es que la pagamos todos. La reivindicación de la © de copyright, que se convierte en una cara sonriente, es el eje gráfico de la campaña.
Resulta sonrojante que desde el Ministerio se reivindique una palabra que ni siquiera existe, aún, en nuestro idioma, y un concepto que nuestra legislación no contempla. Si buscamos copyright en el diccionario de la RAE nos remite al avance de la 23ª edición, en la vigente no existe. Y allí aparece en cursiva, sin definición, con un enlace a "derecho de autor". No intenten buscar copyleft, no la van a encontrar.
A falta de otra, vayamos a la Wikipedia:
«El derecho de autor y copyright constituyen dos concepciones sobre la propiedad literaria y artística. El primero proviene de la familia del Derecho continental, particularmente del Derecho francés, mientras que el segundo proviene del Derecho anglosajón (o common law). El derecho de autor se basa en la idea de un derecho personal del autor, fundado en una forma de identidad entre el autor y su creación. El derecho moral está constituido como emanación de la persona del autor: reconoce que la obra es expresión de la persona del autor y así se le protege. La protección del copyright se limita estrictamente a la obra, sin considerar atributos morales del autor en relación con su obra, excepto la paternidad; no lo considera como un autor propiamente tal, pero tiene derechos que determinan las modalidades de utilización de una obra.»
Parece que el Ministerio de Cultura ha tomado partido y le gusta el concepto de copyright, pero sólo a veces. Porque si así fuera, nuestra wikipedia, la que utilizan nuestros hijos, tendría imágenes, como sucede con la inglesa, precisamente porque se rige por el concepto anglosajón del copyright, que prevé los usos para educación y sin ánimo de lucro. Algo de lo que curiosamente, aquí ni el ministerio ni el legislador quieren oír hablar.
Volvamos a la campaña. La gráfica es ponzoñosa, más propia de una academia de oposiciones, dicho con todos los respetos, que de una acción de comunicación cultural. Lo de la transformación en tres fases de la © de copyright en el smile que representa el LSD (qué modernos, qué enrrolladetes) es de ejercicio de primaria.
El spot casi da lástima: una mujer fumando en un ascensor con una embarazada, un todoterreno saltándose un paso cebra, una pareja que vuelca unos cubos de basura… ¿esos son todos los argumentos?. Vamos, que bien podían haber pagado a escote la campaña el Ministerio de Sanidad, la DGT y la Federación de Municipios y Provincias.
Y por último, la web. No les anda a la zaga. Si queremos ver un ejemplo de cómo no debe plantearse un site podemos visitarla aquí. Un concurso de testimoniales que parece de los Catequistas de la Sandalia Perdida, que no afirmará en su convencimiento a los ya convencidos, y sólo enervará el ánimo de los críticos, que no lo olvidemos, deberían ser el público objetivo. La chabacana intencionalidad de los textos de la web no pasaría ningún filtro de veracidad publicitaria. Y posiblemente, tampoco superaría una denuncia en el Tribunal de la Competencia: acércense a la zona de las «descargas legales»: el ministerio hace publicidad de portales de pago como iTunes de Apple o PixBox de Terra, o bancos de imágenes, también de pago, como Getty o Corbis. Por supuesto, no están ni Flickr, ni Issuu ni mucho menos YouTube, hasta ahí podíamos llegar. No contentos con ello y en el colmo de la desfachatez institucional, llegan a proponer enlaces a portales de politonos como movilisto.com. Como puede verse, cultura de la buena, buena. Señor ministro, ¡que es nuestro dinero, que parece que se le olvida!. Para no dar crédito.
Y ahora, si me perdonan, no escribo más, voy a ver como va mi mula, que tengo bajándome enterito el Jesucristo Superstar de Eduardo Bautista. No es que vaya a escucharlo, pero como es gratis... lo hago sólo por molestar.
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